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Ximena Ortega: “No sé si en otro lugar mi experiencia y el resultado habrían sido iguales”

La pesquisa temprana de cualquier indicio de cáncer de mama resulta clave para mejorar las posibilidades de tratamiento y las tasas de sobrevida de las pacientes. Así lo demuestra el caso de Ximena Ortega, quien se recupera de un exitoso tratamiento en la Unidad de Quimioterapia Ambulatoria de Clínica Biobío.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el cáncer de mama es el más frecuente entre las mujeres a nivel mundial, representando el 16% de todos los cánceres femeninos. Una situación que no difiere de la realidad chilena, donde el cáncer de mama es la primera causa de muerte entre las mujeres en edad reproductiva.

De ahí la importancia de lograr pesquisar esta patología en estadios tempranos, un hallazgo “que mejora el pronóstico y la supervivencia de las pacientes”, afirma el Dr. Douglas Needham, ginecólogo de Clínica Biobío.

El especialista explica que -en términos simples- el cáncer de mama se produce por la aparición de células neoplásicas en el tejido glandular mamario, las que se reproducen tan descontroladamente que terminan generando tumores. “La pesquisa precoz de estas lesiones aumenta las posibilidades de que la enfermedad sea tratada y curada de manera más efectiva. En cambio, si el cáncer se descubre tardíamente, puede invadir toda la mama, alcanzar los órganos vecinos e, incluso, otros a distancia (metástasis), lo que implica tratamientos más agresivos para intentar detener su expansión o, peor aún, que ya no se empleen tratamientos curativos, sino solo paliativos”, enfatiza el médico.

La mamografía anual puede hacer la diferencia

Como medida de salud pública, hace ya muchos años se implementó como método de tamizaje para detección precoz de cáncer de mama la realización anual de mamografías. “Según recomendaciones internacionales, se sugiere que las mujeres sobre 40 años se realicen una mamografía cada año. Ese simple examen puede hacer toda la diferencia para encontrar el cáncer en una etapa temprana, cuando es tratable e, incluso, con un posterior seguimiento, lograr que la paciente quede libre de la enfermedad”, explica el Dr. Needham.

Agrega que se aconseja que este examen radiológico (que puede ser complementado con una ecografía mamaria) sea anual, dado el rápido crecimiento de algunos tipos de cáncer. “Mientras más tamizaje se haga, más posibilidades hay de pesquisar tempranamente la patología”, afirma el médico.

Y así ocurrió con Ximena Ortega Moreno (47), quien relata que cada año, sin falta, se realizaba mamografía y ecografía mamaria. Fue justamente eso lo que permitió que, cuando en julio de 2022 le detectaron una lesión de casi 5 centímetros en su mama izquierda, tuviera un buen pronóstico.

“El médico me pidió repetir la ecografía y hacerme una biopsia, que confirmó que tenía cáncer. Luego, me hice un TAC y un cintigrama óseo, cuyos resultados fueron positivos, además de una resonancia, que informó que el cáncer estaba en estadio 3, ya avanzado. De hecho, en la imagen se veía una masa grande, que pasaba por la mitad de la mama hasta el pezón. También me hice el examen KI-67, que mide la proliferación celular del tumor. Me dijeron que, si el cáncer avanzaba rápido, sobre 30, el tratamiento de quimioterapia sería más efectivo. El mío era más del doble de eso, lo que no era bueno”.

Fue con esos resultados que Ximena llegó a la Unidad de Quimioterapia Ambulatoria de Clínica Biobío, donde comenzó a atenderse con la oncóloga, Dra. Esther Rodríguez. “Desde que llegué con ella, me sentí confiada. Siempre sabía lo que uno le preguntaba, estaba súper informada, y su trato hacia el paciente era muy bueno, cercano, tomándose mucho tiempo con cada uno. Ella me explicó muy bien mi estado actual, cómo iban a ser las quimioterapias, qué esperar después de las sesiones”.

También en la Clínica, comenzó a tratarse con el Dr. Roberto Candia, mastólogo. “Fue muy amable conmigo y siempre era optimista. De hecho, en la Clínica siempre recibí mensajes positivos de todos los profesionales. Esta es una enfermedad terrible, que lo tira a uno para abajo, pero siempre que iba a tratamiento, salía con más ánimo, porque siempre me decían algo que me daba esperanza”, recuerda.

Ximena recibió dos ciclos de quimioterapia. El primero contempló cuatro sesiones, las que se realizó cada 21 días, y el siguiente, 12 sesiones más. “Previo a eso, quiero destacar al equipo que me puso el catéter. Todos amorosos, y preocupados de que estuviera cómoda en el proceso. Y, después, en las sesiones de ‘quimio’, las profesionales de la unidad, una maravilla. Me conversaban, me tomaban la mano, me acompañaban. Hasta me echaban aire cuando sentía que me sofocaba”, ríe.

“No sé si en otro lugar mi experiencia habría sido igual”

Tras la primera sesión de quimioterapia -relata Ximena- ya comenzó a notar los primeros cambios en su mama, los que fueron haciéndose más evidentes a medida que avanzaba el tratamiento. “Lo primero que noté era que ya no palpaba la masa que había antes. Después, el pezón volvió a salir hacia afuera, y la Dra. Rodríguez me dijo que eso significaba que las ‘quimios’ estaban haciendo efecto”.

Al terminar todas las sesiones, repitió una vez más los exámenes, los que esta vez indicaron “una respuesta total al tratamiento”. Fue con su oncóloga, y esta le explicó que el tumor había desaparecido, pero que debían corroborar el resultado con biopsias de la mama, procedimiento que arrojó el anhelado resultado positivo.

De eso han pasado ya un par de meses, en los que Ximena se sometió -para evitar una recurrencia de su cáncer- a una mastectomía total y a la colocación de un implante en su mama izquierda, y a una reducción de su seno derecho, además de posteriores sesiones de radioterapia. “Fue un proceso difícil, de más de un año, pero todo salió bien y hoy ya estoy retomando la normalidad. Soy una agradecida de la vida y del apoyo incondicional de mi familia, que sufrió tanto como yo en este proceso. Pero también agradezco a las personas de la Clínica, que me acompañaron en este camino. Allí no te acoge una sola persona, es un equipo. Vas a la oncóloga, que es extraordinaria; luego, al mastólogo, que es súper positivo; te ponen un catéter, vas a quimioterapia, y todos son tan amorosos. La verdad es que no sé si en otro lugar mi experiencia y el resultado habrían sido iguales”.



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