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Me saco el sombrero por el equipo que trabaja en la Neo, pura vocación

Elena, Sofía y Florencia, nacieron el 21 de junio en Clínica Biobío, con solo 29 semanas de gestación. Son trillizas y pesaron alrededor de 1,4 kilos cada una. Sus padres eligieron Clínica Biobío porque dispone de todo lo necesario para cuidar a sus hijas, como ventiladores mecánicos y un equipo profesional de gran nivel. 

Jennifer Fuenzalida y Nicolás Parra, padres primerizos, sabían que los embarazos múltiples no alcanzan las 40 semanas. El mejor escenario era llegar a las 34, pero las trillizas no querían esperar. “En la semana 29 y con más de 5 contracciones por hora, fui a la clínica y me dejaron internada enseguida. Desde la entrada, se portaron muy bien con nosotros. Todo el equipo de matronas, TENS, doctores, todo el mundo muy preocupado y aplicando todas las medidas de seguridad”, cuenta Jennifer. 

Después de dos días hospitalizada, las contracciones no cedieron y llegó el momento del parto. “En menos de una hora, todo el personal estuvo listo para recibir a mis niñitas. Cada una tuvo a su disposición un equipo médico exclusivo para atenderlas. Como nacieron tan chiquititas, sus pulmones no estaban maduros y no podían respirar por sí solas. Por lo que rápidamente se las llevaron para conectarlas a respiradores”, comenta la mamá. 

Según explica la Matrona Coordinadora de Neonatología de Clínica Bio Bio Romina Medina, uno de los problemas más comunes en embarazos múltiples es que los recién nacidos presenten complicaciones respiratorias. “Según establece la evidencia científica, siempre hay un niño que nace en mejores condiciones y otro que podría requerir algún tipo de asistencia. Según eso nos organizamos con anticipación, asignándoles los médicos y matronas con mayor experiencia en partos gemelares. En este caso, las niñas nacieron bastante estables, solo dos de ellas requirieron ventilación no invasiva durante la primera semana y fueron evolucionando bien”. 

 

Videollamadas que conectan a los padres con sus hijos

No fue el embarazo ni el parto lo más difícil para Jennifer. Lo más duro fue no poder ver a sus hijas por 2 semanas tras el nacimiento. “Estábamos preparados para que ellas estuvieran un tiempo en la Neonatología, porque sabíamos que iban a necesitar cuidados especiales por nacer prematuras. En general, las mamás pueden estar casi todo el día acompañando a sus hijos, pero con el coronavirus eso fue imposible. Cuando nacieron las alcancé a ver y darles un beso rápidamente. De ahí, no pude verlas en persona en un poco más de 2 semanas, porque nacieron en medio de la pandemia y había que cuidarlas”, recuerda.

Las trillizas quedaron inmediatamente hospitalizadas en la Unidad de Neonatología de Clínica Biobío, donde permanecen hasta ahora. Los primeros 15 días tenían prohibición de visitas, por el peak de contagios de COVID-19. Por eso Jennifer y Nicolás agradecen la empatía que han tenido los profesionales de la Unidad. Una o dos veces al día, el equipo se comunica con ellos por videollamada, para informarles cómo están las niñas. “Eso fue una gran ayuda para nosotros al principio, porque al estar lejos era como si no las conociéramos”, comenta la mamá.

La Coordinadora de Neonatología Romina Medina cuenta que esta forma de comunicación también contribuyó a la evolución favorable que han tenido las niñas. “Desde que se inició la pandemia, implementamos un protocolo de contacto de los padres con sus hijos a través de videollamadas, lo que ha sido muy bien recibido porque entregamos atención personalizada. Los papás pueden estar largo rato conversando con el médico o con la matrona. Además, este sistema es muy efectivo. En el caso de las trillizas fue súper bueno porque a medida que pasaban los días, nos fuimos dando cuenta de que ellas requerían la presencia de la madre y el padre, y fuimos notando los cambios en la primera semana. También en la mamá que necesitaba ver a sus guaguas”.

“En los videos nos mostraban a las niñas y decían: Hola mamita, soy la Sofi, hoy día me tomé toda la leche. Y nos iban contando el día a día de ellas. Después, el doctor nos hablaba de la evolución médica, pero también con esa cercanía que nos hacía sentir que no nos estábamos perdiendo nada de su crecimiento”, agrega Jennifer. 

Cuando por fin autorizaron las visitas de manera restringida, la felicidad de estos padres fue máxima. La mamá dice que en ese momento se dio cuenta de que sus hijas no podrían haber estado en otra clínica y que toda la angustia que sintió mientras no podía verlas, desapareció cuando pudo entrar al lugar donde están y conocer al equipo que las está cuidando. “Y me quedé súper tranquila al ver al doctor presencialmente, ver cómo es la Neo, cómo tienen todo ordenado para que no les falte nada, que las máquinas que usan son modernas, que todo está adaptado para recibirlas y que las personas que están con ellas son súper cuidadosas y las tratan con cariño”. 

 

El equipo humano de Neonatología

Jennifer habla con mucho agradecimiento del equipo que la atendió en su estadía en la clínica y sobre todo de quienes han estado al cuidado de sus hijas en este mes y medio que llevan internadas en Neonatología. “Me di cuenta de que los doctores y todos los que trabajan en la Neo tienen mucha vocación, porque en verdad es un cariño que se traspasa. Y preocupados todo el rato. Si un día no he podido ir, me mandan fotos, videos y me dicen: Mamita, están todas bien, no se preocupe. Se tomaron bien la leche”. Jennifer se refiere al equipo como “los angelitos de la Neo”.

Uno de ellos es el Dr. Fernando Valenzuela, jefe de Neonatología y uno de los médicos que ha estado en permanente contacto con Jennifer y a cargo de las niñas. Él nos cuenta que Elena, Florencia y Sofía ya presentan condiciones cercanas al alta. Tienen un peso cercano a los 2 kilos y se están alimentando sin sonda, es decir, ya aprendieron a succionar. 

“Lo que estaría pendiente es una saturometría nocturna, que es un examen más específico que permite determinar si se cumplen las condiciones de seguridad para que las niñas estén en la casa y no tengan eventos de hipoxia -falta de oxígeno- o apneas que no sean percibidos en la monitorización diaria o por los papás”, explica el Dr. Valenzuela.

Jennifer dice que su experiencia en Clínica Biobío fue muy buena. “La recomiendo 100%. Me saco el sombrero por el equipo que trabaja en la Neo. Son puras personas con vocación y creo que han hecho un súper buen trabajo con mis hijas. En ningún momento me han dejado alguna duda de su profesionalismo, al contrario. Están súper preparados para recibir casos como el mío, tanto las personas como las instalaciones. Y han sido muy responsables con el coronavirus, porque tener trillizos ya es un tema, pero en pandemia tiene muchas más complicaciones y ellos se han esmerado en el cuidado para proteger a nuestras guagüitas”.



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