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Johanna Martínez: “Si mis hijas no hubiesen estado en sus manos, no sé si hoy estarían conmigo”

Trasladada de urgencia desde otro centro de salud de la región, Johanna llegó a Clínica Biobío con un embarazo gemelar de 32 semanas y alto riesgo. Por eso, destaca y agradece la labor del equipo médico que la atendió a ella y a las recién nacidas.

Tiene 41 años y decidió dejar su trabajo para dedicarse a cuidar a sus hijos cuando nació el primero de los 4 que tiene: Benjamín de 12 años, Marcelo de 8 y las gemelas Amanda y Emilia que nacieron hace 3 meses en nuestra clínica.

Además de ser una gran sorpresa, el caso de Johanna fue bien particular. Se trataba de un embarazo gemelar monocorial monoamniótico, es decir, sus hijas compartían la misma placenta y el mismo saco amniótico. Lo más común en embarazos múltiples es que cada guagua tenga su propio sistema, independiente del de su hermano.

Esta condición puede ser una amenaza para la vida de los gemelos en el útero materno, ya que al estar dentro del mismo saco existe la posibilidad de que se enreden sus cordones umbilicales, asfixiándolos o impidiendo el paso de nutrientes y oxígeno. Esto último fue lo que le pasó a Johanna. Sus niñas tenían los cordones enredados y no estaban recibiendo lo que necesitaban. Por esta razón, la trasladaron rápidamente a un lugar que contará con el personal médico y la infraestructura necesaria, además de un equipo de Neonatología que pudiera atender a sus gemelas que serían prematuras.

“Me sentí súper acogida y tranquila en todo el proceso. A pesar de la dificultad con la que venían mis hijas, me sentí segura de los profesionales que nos atendieron. De hecho, si mis hijas no hubiesen estado en sus manos, no sé si hoy estarían conmigo”, afirma Johanna.

Amanda y Emilia nacieron bien. Solo una de ellas tuvo una leve dificultad respiratoria que requirió soporte de oxígeno, pero a los pocos días ya estaba en una incubadora en la Unidad de Neonatología junto a su hermana.

Después de una semana, ambas presentaron una enterocolitis, enfermedad del aparato digestivo que afecta sobre todo a guaguas prematuras recién nacidas. La detección precoz del equipo médico fue fundamental para evitar consecuencias que podrían ser fatales si no se tratan a tiempo.

Cuando le dieron el alta a Johanna, ella y su marido se turnaban para visitar a las niñas.  “En la Neo también fue muy buena la atención. Siempre que teníamos una duda, ellos estaban ahí para responder y ayudarnos en todo lo que necesitábamos. Eran bien estrictos con las visitas y las medidas de seguridad por el coronavirus. Así es que nunca tuve el temor de que les fuera a pasar algo. Eso fue lo que más me gustó, que siempre me dieron tranquilidad”.

Luego de 36 días internadas en la Unidad de Neonatología, Amanda y Emilia fueron dadas de alta. “Realmente estoy muy agradecida de todos, desde la bienvenida, la matrona, enfermeras, doctores, TENS, todos fueron muy amables y preocupados. Después del alta de las niñas, me siguieron ayudando. Eso no lo hace cualquier persona y me siento bendecida de haberlos conocido y de saber que cuento con ellos”, finaliza Johanna.

 



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