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Endometriosis y los beneficios de la cirugía laparoscópica

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), este trastorno afecta, aproximadamente, al 10% de las mujeres y niñas en edad reproductiva en todo el mundo. 
 
La endometriosis ocurre cuando un tejido similar al del endometrio o revestimiento del útero, crece fuera de este o en otras partes del cuerpo, adhiriéndose principalmente a ovarios, trompas de Falopio y al tejido que recubre la pelvis, causando dolor y pudiendo desarrollar endometriomas (quistes en los ovarios), tejido cicatrical y fibrosis. 

El procedimiento más común para tratarla es la laparoscopía ginecológica, una técnica que ha revolucionado la medicina, ya que a través de cuatro pequeñas incisiones abdominales y un laparoscopio, instrumento quirúrgico que contiene un lente iluminado, el médico puede observar, diagnosticar y llevar a cabo una cirugía menos invasiva y más eficaz.  

“Son cuatro incisiones, tres de 5 mm y una en el ombligo de 10 mm, lo que trae grandes ventajas al compararla con la cirugía abierta (laparotomía): el dolor postoperatorio, la necesidad de analgesia y la estadía hospitalaria es menor, por lo que el retorno a la rutina diaria es mucho más rápido. Se reducen las complicaciones menores como infecciones, seromas y todos los inconvenientes derivados de grandes cicatrices, y también hay un beneficio estético gracias al tamaño de las incisiones”, comenta el Dr. Andrés Vigueras, especialista en cirugía mínimamente invasiva y endometriosis de Clínica Biobío. 

Explica, además, que se debe retirar todo en una misma cirugía y que para esto es necesario tener un acceso adecuado a la pelvis, para lograr una visualización óptima de todas las lesiones. “Esto es muy difícil con la cirugía abierta, por lo que hoy en día es una técnica obsoleta en endometriosis pélvica profunda. En cambio, la laparoscopía utiliza una óptica en HD, en 4K e incluso ahora hay cabezales y monitores en 8K, lo que permite una visualización selectiva, magnificada y en alta definición, lo que hace toda la diferencia”, explica el especialista. 

Si bien es posible que algunas mujeres no presenten síntomas, estos son los más frecuentes: 
 
- Periodos menstruales dolorosos (dismenorrea). Los cólicos se pueden presentar antes y prolongarse durante varios días después del periodo. 
- Sangrado menstrual abundante o entre periodos. 
- Dolor pélvico o en la zona baja de la espalda. 
- Dolor al tener relaciones sexuales o después de ellas. 
- Dolor al defecar u orinar. 
- Infertilidad. Dificultad para quedar embarazada o prolongar el embarazo. 
- También se podría presentar fatiga, diarrea, estreñimiento, hinchazón o náuseas. 



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