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Emilio Matamala: “Tras la operación, volví a ser el de antes”

La técnica de implante transcatéter de la válvula aórtica (TAVI) se ha convertido en una excelente opción para reemplazar o reparar una válvula dañada. Se trata de una intervención menos invasiva y riesgosa que una cirugía a corazón abierto, y que implica una más rápida recuperación.

 

Fue en los últimos meses de 2022 cuando Emilio Matamala (81) comenzó a notar una recurrente e invalidante sensación de debilidad. “Me cansaba rápido, no podía caminar mucho, porque me sentía fatigado, así es que tenía que parar y descansar… De a ratos, incluso sentía que me faltaba el aire o me mareaba al hacer algún esfuerzo”, relata.

Como siempre había tenido buena salud, inicialmente pensó que eran problemas propios de la edad, pero al agudizarse el malestar, decidió visitar a su médico, quien le solicitó un ecocardiograma. “Cuando vio los resultados, de inmediato me derivó con un cardiólogo intervencionista, y fue así como llegué al Dr. Pérez”.

Tras una breve conversación con el paciente y la revisión de los exámenes, el Dr. Luis Pérez, jefe de Cardiología y Hemodinamia de Clínica Biobío, en seguida reconoció los síntomas de la estenosis aórtica, una enfermedad observada generalmente en personas mayores. Y, dados los antecedentes de Emilio, decidió que su mejor opción de tratamiento era el reemplazo de la válvula aórtica transcatéter (TAVI, por su sigla en inglés).

“La estenosis aórtica es el estrechamiento de la válvula que va hacia la aorta, lo que provoca que se reduzca el flujo sanguíneo desde el corazón hacia la aorta y al resto del cuerpo. Si no se trata, puede significar la muerte de la persona, por lo que es necesario reemplazar esa válvula por una nueva”, explica el especialista.

Añade que hasta hace 20 años la única opción de tratamiento para este problema era una cirugía a corazón abierto, que implicaba abrir el tórax del paciente, detener su corazón y utilizar circulación extracorpórea mientras se reemplazaba la válvula. “Hoy, en cambio, gracias a esta técnica mínimamente invasiva, nada de eso es necesario. Se implanta la nueva válvula cardiaca dentro de la que está dañada a través de un catéter introducido por punción de la arteria femoral, en la ingle. La intervención no dura más de una hora, u hora y media; se hace con anestesia local más sedación, lo que disminuye las complicaciones y permite que, en el 90 por ciento de los casos, el paciente pueda volver a su casa a las 24 horas de efectuado el procedimiento”, detalla el Dr. Pérez.

Ya han pasado más de seis meses desde que Emilio volvió a su casa y dice que se siente muy bien. “Cuando me dijeron que tenía que operarme no me asusté, porque el Dr. Pérez me dio confianza. Además, siempre tuve el apoyo y los cuidados de mi señora y mi hija, que son enfermeras”.

Reconoce que se sorprendió al despertar tras la intervención y no sentir ningún dolor ni malestar. “Pensé que no me habían podido operar, por lo bien que me sentía”, dice riendo.

El Dr. Pérez afirma que el pronóstico de Emilio es excelente. “Pensando que tiene más de 80 años, su sobrevida -en lo que respecta a esta intervención- es de al menos siete u ocho años. Esta era la mejor opción para él, pues el tratamiento medicamentoso ha probado no ser útil en estos casos y una cirugía a corazón abierto implicaba muchos más riesgos”, sostiene.

Añade que, además, el equipo de la Clínica está formado por profesionales con mucha experiencia en esta técnica, y todos, desde enfermeras y TENS hasta los propios médicos, están entrenados y capacitados en esto, una labor que se ve apoyada por tecnología de vanguardia para el diagnóstico y tratamiento de cada patología. “Es importante destacar que si bien uno es quien implanta la válvula -en este caso- son muchos los profesionales que antes, durante y después de la intervención, están involucrados y preocupados del bienestar del paciente”, enfatiza el profesional.

Y así lo reafirma Emilio, quien solo tiene palabras de agradecimiento. “El doctor, extraordinario. Y no solo como profesional, también muy agradable como persona. Conversaba con nosotros y nos trataba como si nos conociera desde hace tiempo. La verdad es que todos, en las distintas áreas de la Clínica fueron muy amables, siempre me sentí bien atendido... Estoy feliz de haberme operado porque volví a ser el de antes y a hacer las cosas sin ningún problema. Y, ahora, con mi señora podemos volver a pensar en pasar muchos años más juntos”.



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